16 de septiembre de 2014

LA VIDA RESGUARDADA, Ellen Glasgow (Espasa-Calpe, 2008)

Creo que hablo por todos y todas cuando digo que a veces, incluso sin pretenderlo, nos creamos altas expectativas respecto a futuros acontecimientos, a determinadas cosas que nos rodean, e incluso respecto de algunas personas. Confiar en las apariencias o guiarnos por la primera impresión que percibimos puede ocasionarnos duras y profundas decepciones. No obstante, es el sino de la vida, decepcionarnos, aprender de ello y seguir hacia adelante.
Con las decepciones en cuanto a libros suele pasar algo similar. Si bien, es mucho más complicado aprender de ello para evitar que nos vuelva a pasar en el futuro. A veces una sinopsis demasiado generosa o una portada más bonita de lo normal pueden generar en nosotros/as una idea errónea acerca del mismo.

Como ya podréis imaginar, esto fue lo que me pasó con La vida resguardada, de Ellen Glasgow. Esta novela fue escrita en el año 1932, lo que a priori ya denota que el pensamiento de la época difiere en gran medida con el que podamos tener a día de hoy.

La historia de esta novela está situada a comienzos del S.XX, en una pequeña ciudad del estado de Virginia, años antes de que estallara la Primera Guerra Mundial. Tras la guerra de Secesión, hubo familias que se resistieron al cambio, a la adversidad y al progreso.
Este es el caso de las dos familias que protagonizan la novela, Los Birdsong y los Archbald. A pesar de que todas las familias de su entorno emigraron a barrios lujosos de grandes ciudades o a modestas granjas, estas dos familias se mantuvieron firmes y se quedaron a contemplar el cambio provocado por el industrialismo.
Nuestra protagonista es Jenny Blair Archbald, una niña de ocho años que se enamora irracionalmente del marido de la mejor amiga de su madre. Un amor extraño y tormentoso que la acompañará durante su madurez, estallando cuando la mujer del susodicho los descubre abrazados.

Esta novela trata de transmitir la incomunicación que existe entre hombres y mujeres, provocada en parte por los prejuicios y las convenciones sociales, tildados lógicamente de suma ignorancia. Recrea un mundo en el que sus protagonistas están dispuestos a mantener las apariencias a cualquier precio.

En mi opinión, tenía todos los ingredientes para poder crear una historia fascinante. Y en su lugar, me he encontrado un argumento vago de emoción, muy aburrido y predecible. Además de ello, no he conseguido comprender si lo que Ellen Glasgow trata de transmitir es verdaderamente una crítica a la sociedad, ya que la manera en la que expresa los diferentes diálogos bien da a entender que representan realmente la opinión de la autora.
Fragmentos como; “Sin embargo, aunque rechazaba las sospechas de Cora, admitía que la vida podría ser mucho más agradable si las mujeres cayeran en la cuenta de que el hombre no es un animal monógamo y de que ni siquiera un hombre enamorado desea necesariamente amar sin interrupción. Desde luego, en el mundo habría menos infelicidad si las mujeres buenas pudieran aceptar o rechazar sin más la naturaleza moral del hombrey; “Tenía que ver con la naturaleza humana. George había llevado una vida acorde a su carácter: sus faltas eran las faltas de una generosidad exagerada, provocaban que pasara de sentir indiferencia a que me hirviera la sangre a temperaturas verdaderamente extremas.

A veces la diferencia no está en el tipo de decepciones que suframos, sino en cómo sepamos afrontarlas. Si algo he aprendido de La vida resguardada es que es probable que no sea la persona más idónea para leer clásicos, por lo menos no de este estilo. Después de ésto, no me queda otra que ser más cuidadosa con mis próximas elecciones, aunque ya de antemano estoy segura de que volveré a caer bajo el hechizo de una sinopsis poco realista o de una portada especialmente cautivadora.

FRASE DESTACADA
  • “El primer amor les acontece sencillamente a dos personas, a ti y a tu amante, y cambia, como cambia todo lo que concierne a dos seres humanos. Pero el último amor está, además, investido de valor. Tiene valor y sentido de finalidad, y afronta el fin y el vacío de la vida. ¿No es verdad que el sentido de la finalidad es lo último que pervive? Todo lo demás se pasa, incluso el amor”.

Verónica.

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